25.6.06

Aquí estamos...

Sexo, Poesía y Rock'n'Roll no es un periódico, ni un blog de noticias, ni un hebdomadario ni un mensuario.

Por eso tratamos (a veces con éxito), que cada post supere la instantaneidad de lo efímero.

Luego de un prolongado silencio, aquí estamos de nuevo, para compartir historias y reflexiones, ideas y pensamientos, escepticismos y esperanzas.

Y aquí estamos, leyéndonos, escribiéndonos y percibiéndonos...

Con alegrías y tristezas, éxitos y fracasos, momentos de angustia y de felicidad, la vida transcurre...

Gracias por compartir este sentimiento en forma de blog...

Spyrr

Transpolar

Entre la noche menguante y la mañana creciente caducaron nuestros billetes de ida en el vuelo transpolar. En un fogonazo de oscuridad las hormigas me comieron el aire y en mi aire estaba el viaje.
Es una pena: no más trineos surcando lo blanco bajo un cielo rojo; no más mares esmeraldas donde los delfines son paréntesis aclarando la palabra sol; no más vinos en terrazas acariciadas por la brisa; no más China horizontal: todas esas estampillas que llevaba en la piel de viajera.
Se cansó supongo, antes de empezar, en hangares sacudió sus alas de grulla y se quedó con sus increíbles ojos veteados observando como me iba hacia la nada.
Estoy acomodando mi equipaje en un rincón (yo también me iré algún día): un traje de la suerte, un astrolabio que tenía por estrella sus labios, mis ojos de mirar la mañana, mis manos de abarcar sin apretar, un libro de librar, la rosa que le di los primeros días, seca ya, frágil como una mariposa volando entre las navajas del invierno, mi máquina de hacer fuego.
Camino, ahora sólo puedo caminar buscando los porqués bajo las piedras.
La nada no es nada: duele. De las bocas más hermosas vienen las palabras mas tristes y sus sinónimos: desierto, yermo, baldío, fin. Nada es igual a nada, nada se parece a Nada.
Ella sacó sus tetas al balcón y consiguió un ticket de cabotaje. No la culpo, no existen los vuelos transpolares para quien no puede creer.
Adiós luna desde el cielo, agua regia que corroía lo real.
Sigo

Poli Sáez

La espera

Uno se echa en la cama, como cerrando el libro del día, entonces como un reggae que ascendiera desde las imposibles burbujas que medran en el pecho hasta el teatro del cerebro, donde esperan su turno los yoes angélicos y los demonios, llega tu cuerpo ingrávido. Y se posa y pasea por los rincones, apunta al apuntador, arrastra los pies adelantando la cabeza, arquea el cuello para llenar de equilibrio la mata roja que te corona casi hasta el cielo.
Yo suspendo mi actuación sin pedir disculpas al público que soy yo mismo, paralizado bajo la luz cenital del escenario, y te observo evolucionar tan campante, tan llena de risa, lúbrica y mórbida, entre mis propiedades privadas.
Me mirás por encima del hombro con la boca entreabierta y olvido mis parlamentos, los dramas y las comedias, la obra maestra del pequeño ser.

Se abren las paredes para que entre la noche y sus estrellas, me despojo de la piel domesticada por la ropa, me sale luz de los ojos, las manos y el falo y te llamo con la voz que nunca tuve, por el nombre que estrenaste para mí.
En algún lugar nos juntamos antes que el fisiológico sueño llegue. Como verdes caballos salvajes nos abrazamos. Casi puedo sentir tu olor.

Pero, antes de dormirme, en el sopor penúltimo, te escucho decir: sólo soy una mujer. Y, una vez más tenés razón. Y yo soy un hombre y las imágenes sólo sirven para aguantar la espera por tu cuerpo y sus verdades.

Al despertar, temprano, ya te enredás en los colores que descubren la mañana (habitas los resquicios de mi día con tu agua omnipresente). Muy cotidiano, entre la gente, público, me digo: quiero esa mujer. La que pesa mas que su ausencia y huele a mi pellejo. La única que me sabe.
Poli