17.8.05

CIRCULO VICIOSO: Nuestro pobre individualismo


El argentino, a diferencia de los americanos del Norte y de casi todos los europeos, no se identifica con el Estado. Ello puede atribuirse a la circunstancia de que, en este país, los gobiernos suelen ser pésimos o al hecho general de que el Estado es una inconcebible abstracción; lo cierto es que el argentino es un individuo no un ciudadano.
Aforismos como el de Hegel "El Estado es la realidad de la idea moral", le parecen bromas siniestras.
Los films elaborados en Hollywood repetidamente proponen a la admiración el caso de un hombre (generalmente, un periodista) que busca la amistad de un criminal para entregarlo después a la policía; el argentino, para quien la amistad es una pasión y la policía una maffia, siente que ese héroe es un incomprensible canalla.

El mundo, para el europeo, es un cosmos, en el que cada cual íntimamente corresponde a la función que ejerce; para el argentino, es un caos.
El europeo y el americano del Norte juzgan que ha de ser bueno un libro que ha merecido un premio cualquiera; el argentino admite la posibilidad de que no sea malo, a pesar del premio.
En general, el argentino descree de las circunstancias. Puede ignorar la fábula de que la humanidad siempre incluye treinta y seis hombres justos -los Lamed Wufniks- que no se conocen entre ellos pero que secretamente sostienen el universo; si la oye, no le extrañará que esos beneméritos sean oscuros y anónimos . . . .
Jorge Luis Borges
"Nuestro pobre individualismo", Otras Inquisiciones, 1946

11.8.05


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Sólo tengo esta arena entre los dientes, estas palabras para escupir, un remolino de aire fijo en el vacío.
Ella piensa que dios lava sus pies con lágrimas. Ella cree en el dios del olvido. Dios es un hombre de rostro borroso en un cruce calles que remontan la tarde, me dice. Mira por la ventana y el sol se ha puesto, para siempre, en un horizonte frío.
Me llama por mi nombre, mientras toma vino frente al espejo (la luz es difusa como un árbol de niebla) Pero yo estoy donde los belfos de sus caballos desbocados no me alcanzan: siento los cascos trepidando la llanura y me miro las manos.
El calendario tiene hojas que repiten la misma cifra amarillenta cayendo, cayendo, en silencio, en secreto, letales y yertas. Sólo eso se. Y que debo empezar y terminar los trabajos.
Ella, ahora, camina por la ciudad. La perdición de la gracia está ahí, a alcance del estruendo, como una mueca roja. Ella camina y la mañana no la toca. Ya no brilla: espera, en la búsqueda que limitan sus pasos. Sus ojos y sus palabras son navajas que sacan las vísceras del día, las dejan, humeantes y mórbidas, latiendo en el hormigón. Quien comprará esas flores por docenas, para ponerlas en las habitaciones oscuras a bailar en el aire estancado? Quien ganará el cielo por asalto con el sudor de su frente? Le digo, sin que pueda oír más que sus propios latidos.
Mis besos se han guarecido en los cielorrasos donde se mecen las princesas de trabajos mundanos. Los besos acechan en las olas de malvones que rompen en los acantilados de los balcones. Los besos son ideas que se adhieren a los fondos de los vasos. Tan lejos. Los besos que no llegan a nacer y se niegan a morir.
Por qué causa daremos la vida ahora, en la multitud del silencio, en el desierto del alcohol? ¿Qué palacio de invierno intentarán los corazones? Cómo venceremos las huestes de la ceniza del domingo?
Poli Sáez

4.8.05

Investigaciones de SPYRR



Nuevos Vientos, Viejas Mañas

Hasta fines de los ochenta existió durante mucho tiempo en lo que se conocía como el "Bajo Belgrano", el pequeño y modesto hotel alojamiento "Montañeses", al 2300 de la calle homónima.
Los aires de cambio que preanunciaban el supuesto "ingreso de Argentina al primer mundo" de la mano del riojano Carlos Saúl, hicieron que paulatinamente el barrio cambiara su fisonomía de viejas y humildes casas bajas, para ser reemplazadas por edificios, comercios, escuelas, y emprendimientos médicos de gran envergadura como el Cardiovascular de Buenos Aires sobre la calle Blanco Encalada (donde según dicen algunos sarcásticos vecinos del barrio, le salvaron la vida a Menem y a De la Rúa, o sea, que le causaron la ruina a millones de argentinos), y la también prestigiosa FLENI, avalada económicamente por la Fundación Pérez Companc, y situada precisamente frente al pequeño hotel alojamiento "Montañeses".
De pronto, los vecinos pudorosos celebraron con alegría la desaparición del hotelito. La picota de demolición y el cartel instalado anunciaba la construcción de un imponente apart-hotel en una zona donde no existían hoteles, y que sería ideal para alojar por ejemplo, a familiares de pacientes de tan importantes centros médicos situados enfrente y a escasos cuarenta metros del pequeño hotel por horas.
La Asociación de Vecinos de Belgrano Chico (nombre que ahora tenía el barrio), llegó a tener acceso a los planos del importante "apart-hotel", tranquilizando a los vecinos más viejos, alertas a algún cambio de último momento.
Evidentemente, "el diablo sabe por diablo, pero más sabe por viejo"...
Una vez terminado el supuesto "apart-hotel", y luego de "aceitar" convenientemente a los funcionarios de turno, la firma "Martínez y Martínez", propietaria del viejo hotelito, desempolvó la vieja habilitación, tiró a la basura todo documento que dijera "apart-hotel", e inauguraba a bombo batiente frente al FLENI, un inmenso hotel alojamiento que se constituyó en otro monumento en homenaje a la corrupción, pues fue construido y puesto en funcionamiento contraveniendo toda norma vigente.
El nombre del hotel no podía ser más apropiado para la fiesta de pizza y champagne que se avecinaba: "Nuevos Vientos"...
Y ahí está y persiste en estos días, con todos sus papeles "en regla", burlándose de la gente que cree en la justicia y la ley, el imponente hotel alojamiento de los señores Martinez y Martínez...