4.7.05

Giovanna


Giovanna pone la cama como una mesa (ella odia tersar las sábanas).
Dispone en la cabecera el vino que he traído y me ofrenda los verdes bocados de sus ojos.
Me hace pan, almendrado; me trata con sus manos libres, hasta hacerme carne de damasco, sibilante champán; me hace copa, de mí liba con su aliento de trufas, de mí rellena su pellejo de ante sudoroso.
Voy entonces hacia su centro porque debajo de su ombligo duermen las ostras donde adviene Venus. Entre sus piernas, absorto y absorbido, descifro las claves con plumas de mármol, con golpes de vellón, con émbolos de animales en celo.
Descifro las llaves del temblor, del grito, del alarido, del ala.
Me florecen de mar las manos y los labios en sus labios.
Entre su centro y sus senos, trazo abscisas, ángulos agudos, tangentes hacia mis entrañas.
Mi cuerpo la navega como quien descorre la incógnita del día.
Ella llueve por todas sus estaciones y clava la mirada en cielos insospechados. El misterio del no decir, del perder el sentido, del sentir sin el cuerpo.
Salen nieblas entre sus pelos. Mi sustancia, insomne, es un relámpago de carne en espera.
Mi semen explota como una nube en tierra.
Ululan tropeles en las estepas de mi garganta. Se me llegan oasis los desiertos.
Nos vamos cerca y nos venimos de lejos. Nos vemos siempre.
Nos tendemos entonces, como dos niños sabios a vestirnos de puntas de dedos. Nos invocamos con las palabras que nuestros padres no pudieron nombrarnos: títulos de nobleza en los registros del proemio y del colofón. Entre susurros y gritos nos relatamos nuestras películas con heridas de amores y de odios.
Otra vez en nosotros, sabiendo que la muerte es, rogamos que ese no haya sido nuestro postrer desayuno en Tiffany’s, el final almuerzo campestre, el último reparto del vino y el pan. Con las piernas impedidas para alejarnos, nos abrazamos de nuevo y tragamos saliva, aterrados por esos pensamientos.
Después recomenzamos, una y otra vez.
Giovanna pone la cama como una mesa. Yo le ayudo, porque ella, que es la Reina de este mundo, odia tersar las sábanas.
©2005 Poli Sáez

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es impactante la fuerza de las metáforas. Dispara cientos de imágenes.

Anónimo dijo...

Joder, este Tio si que escribe, lo pone todo ahi el cabrón, es como un golpe.. en camara lenta. No habria como cambiar una letra y decirlo mejor.
Felicitaciones Poly

Tato