El Zahir

Lo haces a propósito. Enciendes el fuego y después me pides compostura...

Sabes muy bien que a tu influjo soy una marioneta, un títere que se mueve a tu voluntad, mientras dentro mío una fiera primitiva se revuelve inquieta en la jaula que tus pautas han creado.

Por fuera sigo tus códigos cuando me hablas de la pueril prosa de Coelho y de que no necesariamente consumo masivo implica calidad... Yo te respondo que seguramente los que compraron "El Zahir" de Coelho son los mismos que nunca leyeron "El Zahir" de Borges, y los mismos que si les preguntas qué les gustó más de Borges te dicen inmediatamente que el poema "Instantes", cosa que pone en evidencia su ignorancia, que no es fingida como la de Georgie.

Tú me miras asintiendo complacida, y yo me pierdo en tus ojos profundos, en tu larga cabellera azabache, pero trato de disimular y me esfuerzo por seguir una conversación inteligente. Mientras me recuerdas ese párrafo del relato en el que Borges afirma que "la más sincera pasión de los argentinos es el esnobismo", yo me río porque no dejo de pensar en tu jean de tiro bajo que descubre tu minúscula Victoria's Secret y en ese tatuaje que te hiciste hacer justamente ahí, en el lower back, donde termina tu espalda y empieza mi martirio...

Te escucho decir que te encantaría que leyéramos ya mismo "El Zahir" de Borges, y que a partir de ese relato aprendiste lo que era un oxímoron y los kennigar, y yo pienso que me encantaría ya mismo desatar a la fiera que alimentas con tu maravilloso esnobismo, para tomarte salvajemente por la cintura, sin jean pero con tu Victoria's puesta, apenas desplazada de su sitio, mientras en cada arremetida mi campo visual se llena de la perfección de tus formas, de tu espalda infinita y de ese estratégico tattoo, esa imagen que acabará por enloquecerme, la imagen de mi notorio y visible Zahir...

Alberto Mares

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